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oído, higiene y deporte

Ago
07 2017

Si no pierdes, no puedes disfrutar las victorias

Rafa Nadal

En el S. XVII, Charles Montesquieu, dijo que el deporte gusta porque halaga la avaricia, es decir, la esperanza de poseer más. La competición, el placer de la actividad física y el afán de superación es el motor que mueve la práctica deportiva, pero ello implica reglas y método que demuestran que, en el deporte, prever lo que puede ocurrir es tan importante como lo que realmente ocurre.

acúfenos. Las modas invaden de forma progresiva e itinerante nuestras costumbres y forma de vida. Los gimnasios existían en la Antigua Grecia con la función de entrenar el cuerpo y el alma deleitándose con conversaciones filosóficas sobre el estado de nuestra existencia. Hoy, son lugares de culto al cuerpo con frases motivadoras –“No pain, no gain”–; son centros de casi obligada asistencia en que, agazapados en un nuevo estilo de vida, se puede mejorar rendimiento físico, conocer personas de cierta afinidad y, en algunos, adquirir ciertas patologías que deberían ser evitadas, por lógica e higiene mental.
La limitación de ruido en gimnasios varía entre los 80 y 95dB a un metro del foco emisor de sonido. En algunas clases de spinning –ciclismo estático– o indoor walking –marcha elíptica– ese umbral se supera sobradamente y no cuentan con limitadores, en algunas comunidades de uso obligatorio, que regulen esa intensidad sonora. La obligación no es por mero afán administrativo de regular, sino que es la consecuencia lógica en vistas a evitar un machaque masivo y continuado de las células sensoriales del oído interno, que resultarán en esos molestos zumbidos llamados tinnitus –en inglés– o acúfenos en el idioma patrio. El problema de ese molesto tañir –tinnire es su etimología latina– no es el popular “se acuerdan de mi” sino un molesto síntoma de una patología que constituye de las consultas más reiteradas en el ámbito ORL y una de las alteraciones de más difícil solución, como demuestran las numerosas entradas en la red y diversas “asociaciones de acúfenos”.
Siempre he pensado que la estimulación deportiva en esos ámbitos, tiene mucho que ver con la inteligencia del entrenador que en vez de utilizar interesantes crescendos musicales o cambios de ritmo, intenta la majadera motivación de un exceso de intensidad o gritos sin sentido, que recuerdan más al energúmeno encerrado en una oscura cueva de hediento sudor con estoicos resistentes de variadas torturas. Estas actitudes basadas en falsas excusas de algunos, probablemente demuestran carencias de conocimiento y evidente desinterés por el medio y el entorno.

protección. Decía el fondista Juan Carlos Carmona: el puesto 43 me deja feliz. Esta bella frase, encierra una filosofía de satisfacción por el deber cumplido y las cosas bien hechas. La protección del sentido del oído es un complemento necesario que nunca se debería olvidar. Existen protectores auditivos de material polimérico, moldeados a la forma del conducto auditivo externo, que en su interior cuentan con unos filtros que atenúan las frecuencias auditivas demasiado intensas y agudas; pero, al tiempo, realzan la comprensión en ambientes de excesiva sonoridad.
Creo que la dirección de los gimnasios está perdiendo una buena oportunidad de mercado, marketing y buen hacer. Cada vez se acercan más a estos templos de lo físico, personas de mayor edad; como dijera Roberto Duran “Viejo es el viento… y sopla”. 3Sería más inteligente la integración que las conductas de imitación o el cambio obligado que de forma irremisible lleva al duro fracaso. Pedir una correcta insonorización y unos buenos emisores, quizá sea demasiado costoso en algunos establecimientos, pero un poco de sensibilidad y cuidado a algunos socios, puede redundar en logros mucho más efectivos que otros que promuevan excelencia y ostentación de instalaciones. Utilicen sin pudor el eslogan “Cuidamos de tu físico y de tus sentidos

higiene. Es probable que esa referida y deseada sensibilidad tarde en llegar y, ya sabemos, la conciencia de edad no permite ciertas esperas. Ante ello creo que es más conveniente utilizar los protectores con filtros. En esta situación, es muy importante la limpieza del oído con diversas particularidades. Es sabido que no hay ningún especialista ORL que aconseje isopos para limpiar el oído. La causa es obvia, en lugar de sacar cerumen, descamación y productos de desecho, esos algodoncillos empujan hacia la parte más interna dicho material hasta, en algunos casos, contactar con la membrana timpánica. Igualmente los movimientos rotatorios en la parte “más externa” interfiere con el mecanismo natural de limpieza que, dicho de paso, es común en todos los mamíferos.
En los últimos tiempos han aparecido varias soluciones salinas calificables como similares al timo del crecepelo. En su composición, todas dicen ser lo mismo, “agua de mar purificada”. La famosa solución de Quinton, también es “agua de mar” y muchos la beben para una supuesta regeneración de oligoelementos. Siempre he pensado que la supuesta purificación de estas soluciones higiénicas, es otro camelo, no creo que se recurra a profundidades abisales o que la recojan de los canales de Menorca o de Ibiza… Agua marina es sencillamente, solución salina isotónica y eso se consigue con un litro de agua y una cucharadita de sal.
Si pensamos que son más frecuentes los tapones de cera en verano, de forma fácil se establece la conclusión de que “los garbanzos se hinchan con el agua…” Si, además, hablamos de precio, la publicitada cuesta 11€ y otras menos conocidas 6€ con la misma cantidad y “composición”; comprensible la cruel guerra comercial a la que se nos somete día a día.4
La conclusión lógica, es que en temas de higiene otológica, el personal sanitario debería actuar con más rotundidad. En casos en que la formación ceruminosa es excesiva, debe intervenir mediante manipulación instrumental cuidadosa del oído; pero también, en todos los casos, divulgando estos conceptos. Por ende, hasta que algunos, demasiados, entrenadores sigan en la línea de atacar nuestro caracol con ruido excesivo y estrambótico, los especialistas ORL, sencillamente, deberemos intervenir con más asiduidad.